lunes, 25 de septiembre de 2023

 

 

 

Brindo por los vendedores

de mi Chilito querido

Aperraos y sufríos

por lo del sueldo variable.

 

Brindo por la paciencia

con el cliente indeciso

Y el tremendo sacrificio

cuando salimo' a la calle

Las patas adolorías

de tanto andar en terreno

En invierno frio y lluvia

y ni mencionar los perros.

 

Por eso brindo colegas 

por la noble profesión

Con orgullo vendedores

y de Parque Concepción.

domingo, 8 de abril de 2018

Miedo


Me recuesto en el sillón con algo de timidez.
Una luz ilumina mis rostro, aprieto mis manos nerviosa por lo que está a punto de suceder.

Acerca su rostro al mío. No hay palabras.
Mi corazón se acelera, mientras él parece tranquilo, seguro no es su primera vez.

Cierro mis ojos mientras mis labios se abren temerosos.
Imposible echar pie atrás, ya no.
Siento sus manos, su respiración sobre mí.

Un leve ruido metálico me hace abrir los ojos, lo vi sostener entre sus manos un objeto...sentí escalofríos.

Se da cuenta de mi temor, y me dice....tranquila, no te va a doler.
Y no me dolió , pero de que estaba asustada.. estaba asustada.

El próximo mes me saco la otra.

De Compras


Caminando muy tranquila, me paseo por el centro
admirando las vitrinas, ¡como ha crecido el comercio!
Apagué mi celular, hoy no estoy para llamadas
sólo compras y café, el resto hoy importa nada.

Puchas que estoy contenta, el día pa' mi solita
peluquería, masajes, luego a comprarme ropita.

Si alcanzo me voy al cine
Voy a ver la cartelera
pero lo primero es primero
botas, abrigo y cartera.

Un sombrero que haga juego
para no desentonar
pero primero al cajero
y unas luquitas sacar.

Con 300?...sí, me alcanza
no sirvo pa' derrochar
con eso alcanza de sobra
pa' lo que quiero comprar.

A la salida del redbanc
dos jóvenes esperaban
a que en mi cartera de cuero
mi platita yo guardara

Que educados los muchachos
esperaron tan pacientes
lo raro es que no entraron
se me pusieron al frente

"camina  lo más normal,
ni te le ocurra correr
por que te puede irte mal
con lo que te pueo hacer"

Llegamos a un callejón
me quitaron la cartera
me patearon en el suelo
me manosearon entera.

Del peinado nada queda
los masajes ni en cien años
tengo todo adolorido
¡por Dios que me hicieron daño!

En los bolsillos del traje
me encontré 200 pesos
no me alcanza pal pasaje
¿me llevarán por eso?

El chofer mira con pena
mi calamitoso estado
yo a nadie le he contado
lo que acabo de pasar
sólo quiero ya llegar
a abrazar fuerte a mis niños
que me dirán con cariño
¿¡ qué nos trajiste mamá!!!?

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Sin trabajo

Hoy me levanté como siempre a las 06:30 hrs. Preparé el desayuno, las colaciones y partí al colegio a dejar a tres de mis cuatro niños (la mayor se va por su cuenta a la universidad). Quince minutos de ida y quince de vuelta. Hace bien caminar dicen.
De regreso a casa me detengo a observar...pareciera ser que allí se acaba de librar una batalla.
Bueno, las batallas están para pelearlas, y yo como buen soldado me pongo al servicio de mi pequeña y particular nación, haciendo lo que hay que hacer: estirar camas, recoger basura, ropa sucia, papeles varios,  aspirar, ordenar, lavar loza,  tender la ropa luego de lavarla...ok la lavadora es quien hace el trabajo sucio, estamos de acuerdo, pero ¿se han puesto a pensar que  hay que clasificar las prendas que entran a tan noble representante de la línea blanca?, porque a nadie en su sano juicio se le ocurriría poner a lavar un polerón rojo con una blusa blanca? Pues bien, yo debo hacer esa clasificación y además emparejar calcetines, porque no hay nada más desagradable a la hora de descolgar la ropa de los tendederos, que encontrarse con un calcetín huacho, eso significa hacer una inspección de toda la ropa, o sea la mojada, la tendida y la descolgada...Así es que no crean señores que se trata sólo de apretar el botoncito y asunto terminado, definitivamente no es así. Siguiendo con el proceso viene el planchado, actividad que en mi humilde opinión es la más aborrecible que me puede tocar hacer.
En medio de ese quehacer debo cocinar, luego poner la mesa para quienes van a almorzar a casa y preparar las loncheras con el almuerzo para quienes se quedan  en el colegio. Quince minutos de ida, quince minutos de vuelta. Hace bien caminar dicen.
"Mamá qué hay de almuerzo????"....ahí me transformo en grillo...cri cri cri cri
"Pucha mamá hay cuchara, eso quiere decir que hay sopa o legumbres, buh que fome y bla bla bla bla..."
Luego de resignados los comensales, una vez han terminado de nutrirse, viene la segunda patita del lavado de loza.
Cuando el reloj marca las 16:45 hrs  hay que ir al colegio a buscar a los esforzados estudiantes que tienen clases hasta las 17 hrs. Quince minutos de ida, quince minutos de vuelta. Hace bien caminar dicen
Ahora vienen las indicaciones que a ellos les molesta tanto: "lávense las manos, cámbiense la ropa, no dejen las mochilas en el suelo..." entre otras.
Y me empieza a aflorar la vocación pedagógica, que más que vocación es un asunto de responsabilidad.
Reviso agendas, mochilas, tareas y el reloj implacable me avisa que ya es hora de servirles la once, lo que se acompaña de un nuevo lavado de loza.
Estoy apuradísima, tengo hora al médico a las 19:30.
-Buenas tardes doctor-
-Buenas tardes señora Sandra-
-¿En qué puedo ayudarla?-
- Tengo un dolor muy fuerte a la altura de la sexta costilla, desde hace un mes doctor- le explico con la esperanza de que no haya que tomar radiografías y que el problema sea sencillo de auscultar y diagnosticar.
- A ver dígame señora, ¿qué edad tiene usted?-
-47 años
-¿Estado civil?-
- Casada- respondo, pensando qué tan relevante puede ser mi situación sentimental frente al dolor que me aqueja
- ¿Trabaja señora?-
-Soy dueña de casa doctor-
-Ah... No Trabaja- dice el médico mientras estampa mi respuesta en la ficha clínica...(sin comentarios)









viernes, 4 de febrero de 2011

Las palabras se las lleva el tiempo

Hasta no hace mucho, mis hijos más pequeños me necesitaban absolutamente para todo, es decir, a tiempo completo. Hoy que cuentan con unos años más se han vuelto más independientes y en una sobremesa que tuvimos hace unos meses, me han demostrado que no sólo han aprendido a hacer muchas cosas sin la ayuda de la mamá, sino que también han pensado mejor muchas otras... Hace unos años, estaba arropando a mi querido Tin, que contaba entonces con unos 7 añitos, y me dijo que me quería mucho mucho. Yo le pregunté si cuando fuera una ancianita me seguiría queriendo igual y el respondió que sí, que siempre me querría. Haciéndome la incrédula, le comenté que quizás cuando él fuese mayor y tuviera novia, ya no me iba a querer tanto, a lo que mi pequeñín respondió que nunca dejaría de hacerlo. Para divertirme un poco le  expliqué que tal vez a su esposa no le iba a gustar que yo fuera a visitarlo  y a pasar unos días en su casa, y él tremendamente  serio me dice "mamita, cuando yo me case tú vas a vivir conmigo". Me dio tanta ternura y le dije que eso tenía que decidirlo con su esposa, pues ella podría no estar de acuerdo, entonces él se sentó en la camita y muy seguro y con voz firme me dice "ah, no entonces yo renuncio y ella se tiene que quedar sin esposo". Que tierno mi monito, lo besé y me quedé mas tiempo con él en su pieza. Les conté a mis 3 hijas el asunto y Mary, la mayor, bromeaba con que para mí ella ya tenía visto el hogar de ancianos, Pit, la segunda de mis hijas, indignada le decía que ella nunca permitiría eso y mirando a Xapecito, la más chiquita, de unos 6 años entonces, trataba de ponerla de su lado haciéndole entender que eran los hijos quienes debían cuidar a los padres... o sea los hijos más pequeños, por supuesto. Xapecito estaba feliz con la idea de ser ella quien me cuidaría en mi vejez, me llevaría al cine, a la peluquería al médico, al supermercado ¡que entretenido!

Los años van entregándole a nuestros hijos, experiencias, responsabilidades, desafíos, deseos de hacer ellos mismos las cosas para las que antes necesitaban de la ayuda y la presencia de nosotras. Y junto con todo eso aparecen frases que a una la dejan marcando ocupado:
- Mamá, no es necesario que te quedes conmigo en el cumpleaños...
- Mamá, no me vengas a buscar, puedo irme sola...
- Mamá, no creo que te guste la obra, es más, casi no aparezco...
- Mamá, cuando lleguen mis amigos, ¿podrías quedarte en tu pieza viendo televisión?...
- Mamá, ya no hay cupo para que vayas al paseo de mi curso...
- Mamá, por favor...eso ya no se usa
- Mamá, eso es de tus tiempos...
A buen entendedor pocas palabras. De la noche a la mañana, ya no me necesitan, por lo menos no como antes y una sin querer se va quedando con más tiempo que no sabe como ocupar, y no se trata de falta de ocurrencia, de creatividad, se trata de que falta, y valga la redundancia, tiempo para entender que pasó en el camino. Hasta hace tan poco, mis hijos no se movían de la puerta del colegio si yo no aparecía a buscarlos,  no se quedaban por ningún motivo en el cumpleaños si yo no aceptaba quedarme también, me preguntaban mi opinión sobre cual pantalón les quedaba mejor, les decían a todo pulmón a sus compañeritos en el colegio ¡esa es mi mamá!. Ahora una debe pasar lo más desapercibida posible, hablar lo menos posible y por ningún motivo se me puede ocurrir saludar a mi muchacho con un beso a la salida del colegio ¡mamá mis compañeros están mirando!. Cuando le comenté a las más chiquita esta situación, ella muy comprensiva con su hermano e intuyendo que ella va para allá mismo, me dijo "lo que pasa es que a los niños de la edad del Tin no les gusta que les hagan cariño en público, pero puedes hacerlo adentro de la casa!. Sin comentarios...

Volviendo al asunto de quién se hará cargo de la anciana en el futuro, el que espero venga a paso lento, sin ningún apuro, estábamos en una sobremesa de día domingo, cuando algo se habló de los ancianos que quedan solos sin familia y no hay quien los cuide. Mary, con su sentido del humor tan especial, me mira y me dice que por eso mismo ella ya le tiene echado el ojo al hogar, mientras que yo le preguntó a mi niño en que quedó su ofrecimiento de llevarme con él aunque su esposa no quiera. Me miró desconcertado y me dijo "no, yo no te puedo llevar a vivir conmigo, pues tú ya tienes tu casa y debes vivir con el papá", Perfecto, pero ¿y si el papá no estuviera?, "entonces podrías ir a verme un día domingo" respondió muy suelto de cuerpo. Pit  viendo mi cara desfigurada por la sorpresa que acababa de recibir, dice "pero Xapecito dijo que ella se quedaría por siempre contigo para cuidarte, ¿cierto Xapecito?. Xapecito tenía la boca llena de helado y para no tener que contestar la preguntita, se metía una cucharita tras otra a la boca so pretexto de que se le estaba derritiendo el postre. pero inevitablemente el postre se acabó y viendo que todos esperaban un pronunciamiento de su parte, no le quedó otra que dar curso al asunto que nos convocaba y muy tranquila nos miró a todos y soltó un " yo me ofrezco a cuidar al Papá"  luego de lo cual se retiró de la mesa tan rápido como rápido pasó el tiempo desde aquellas promesas de infancia.

jueves, 3 de febrero de 2011

Yo no quería venir

Huevos duros, asado a la olla, papas cocidas, sandwiches de jamón y queso, sandwiches de jamón sin queso (por la famosa lactosa), ensaladas de tomate, de pepino, queque, duraznos, melón y por supuesto varias bebidas heladas al punto de la congelación para que duren todo el día. De todo. ¿Para qué se preguntaran?, lo mismo me pregunto ahora, "después de". Preparar toda esa cantidad de refrigerios, me llevó algunas horas, ya que los comensales seríamos 5. Me acosté tarde, pero no importaba, ya que lo pasarían tan pero tan bien, que el esfuerzo valía la pena. El reloj, sin una pizca de piedad, me despertó a las 08:30 de la mañana. Me levanté rápido, había que preparar el desayuno y dejar un poco ordenada nuestra humilde morada antes de salir rumbo al lugar que según internet les encantaría a grandes y chicos. Luego de trasladar fuera de la cama mi animado y cansado cuerpo (animado por el paseo y cansado por la preparación del mismo), tuve una rara necesidad de abrir las cortinas. Luego de esa inocente acción vino algo así como una sensación de incredulidad ante el panorama que tenía antes mis ojos...nubes grises se habían tomado el cielo y no se les notaban ganas de querer emigrar a otro lado. Bueno, pensé, es muy temprano, seguramente saldrá el sol en una rato más. El optimismo se me fue a la punta del cerro, por no decir algo menos diplomático, y les avisé a todos los integrantes de mi querida y comprensiva familia, que el paseo no iba. Cero drama, "que rico, voy a dormir un poco más", "podríamos ir  a otro lado", no importa mamita".  Así que nos quedamos en casita y almorzamos  parte de lo que teníamos destinado al paseo frustrado. La idea era ir al día siguiente, como iba a ser tanta la mala suerte que volviera a amanecer nublado. Cocí algo más de papitas y carne y esperamos que pasara luego el día feo y llegara pronto el día lindo. Todo de nuevo, despertador, desayuno, un poco de orden y...al paseo!. Lindo el lugar, árboles, flores, pastito, una piscina para bebés, una piscina de 80 centímetros de profundidad, otra de 1 metro y una para adultos de 1,60 metros. O sea, para todas las necesidades y gustos. Mi marido y yo tomamos café, los niños comieron sandwiches y salimos a conocer el lugar. Y ahora la pregunta que generó este deseo inaguantable de expresarme aquí : ¿quieren ir a bañarse?...cri cri, cri cri. Oh, pensé, no me escucharon, seguramente es por el ruido que hacían un par de lagartijas que se andaban paseando cerca nuestro, por lo que volví a formular la preguntita, ¿quién quiere ir a bañarse?...cri cri, cri cri. Mantuve la calma, respiré profundo y decidí cambiar de táctica, así que le pregunté a cada uno.
"Xapecín ¿quieres ir a bañarte?
Ya mamita
"Tin ¿quieres ir a bañarte?
No, prefiero ir a la cama saltarina
"Pit, quieres ir a bañarte?
No, voy a acompañar al Tin
"Luis, quieres ir a bañarte?
No, gracias, leeré mi libro.

Bueno, no fue un 100%, pero un 25% es mejor que nada ¿verdad?

El asunto es que la pequeña una vez que metió una patita al agua, perdió la noción del tiempo y del espacio, pero se veía tan  feliz  que yo hasta olvidé que no me había puesto nada de bloqueador solar.
Mientras Xapecín se bañaba a diestra y siniestra y  yo me achicharraba observándola llena de orgullo, mis otros retoños saltaban como malos de la cabeza en la tan atrayente y económica ($500 los 10 minutos) cama saltarina. Mi marido bajo la sombra de un árbol terminaba de leer su libro.
Luego de almorzar, Pit, mi hija de 14 años, decidió meterse al agua, y se fue a la piscina grande acompañada de Tin. Cuando me vio aparecer decidió que yo tenía que meterme al agua para acompañarla, ya que no quería sentirse sola (en casa se encierra sola en su pieza a leer, ver televisión, meterse a internet, etc y nunca ha necesitado de mi tranquilizadora presencia). Bueno, ¿para que están las madres?, para meterse al agua no más aunque tenga una la urgente necesidad de tirarse un ratito a la sombra a no hacer nada. Una vez que nos salimos de la piscina, noté que mi hijo de 10 años, Tin, estaba tan seco como había llegado, así es que decidí acompañarlo amablemente a la otra piscina. Llegamos, miró, estiró su toalla, se acercó al borde, y se volvió a donde estaba pacientemente su dulce y comprensiva madre, o sea yo. Se sentó a mi lado y miraba para allá, para acá, pero de actitud de bañista...nada. A a esas alturas, no había que tener un postgrado para darse cuenta de que el muchachín no tenía ninguna intención de meter ni la punta de la uña del dedo chico del pie derecho al agua, por lo que le pregunté ¿no quieres bañarte? ante lo cual respondió con un rotundo no. Bueno, una madre no se da por vencida a la primera, por lo que decidí atacar de nuevo con un ¿porqué no quieres bañarte?, pregunta cuya respuesta me hizo perder un poco la poca paciencia que a esas alturas me quedaba, "porque me cargan  estos lugares con tantos cabros chicos",  ¡puchas y ¿porqué viniste entonces?!...y soltó un "Yo no quería venir". Me acordé de lo cara de las entradas, de lo lejos del lugar, de la media pega que me di cocinando hasta tarde en la noche, de la hora al médico que tuve que anular por el cambio de día, de la araña que me había caído encima mientras almorzábamos y se me vino a la cabeza un "¡Y ahora me lo vení a decir!"